lunes, 21 de octubre de 2013
Inmortales, ¿o mortales?
En el primer párrafo vamos a responder a la pregunta del título, y además respondemos en mayúsculas. Los bonsais NO SON INMORTALES. Y sino que se lo pregunten a todos esos "bansais" comerciales que terminan como objeto decorativo junto al televisor (en el caso en el que sobrevivan a su estancia en el centro comercial). Pero sin embargo nos hacemos otra pregunta: ¿Puede un bonsai vivir para siempre? Pues en teoría SI.
Para documentar ésta afirmación veamos primero algunos conceptos de fisiología vegetal sobre la senescencia y muerte de las plantas fuera del contexto del cultivo en bonsai.
Antes o después, todo ser vivo multicelular muestra síntomas de deterioro funcional. Es la etapa del desarrollo denominada de envejecimiento y que precede a la muerte del individuo.
Pero no siempre este deterioro afecta a todo el individuo. A veces sólo afecta a determinados órganos o tejidos, como ocurre en el envejecimiento y caida de las hojas de los árboles caducos. Otro ejemplo claro es el de la formación del xilema (conducto por el que circula la savia bruta que es absorvida por las raices). El xilema sólo alcanza su funcionalidad cuando las células que lo forman está muertas (es el caso de los vasos del xilema). Antes de ello han pasado por una fase de envejecimiento.
Podemos hablar de dos tipos de envejecimiento:
Envejecimiento cronológico: (asing) El envejecimiento puede ser resultado de la acumulación de errores en su maquinaria celular. Alteraciones en el ADN como consecuencia de reacciones químicas no deseadas pudiendo ser causadas (aunque no siempre) por causas externas como radiaciones, temperaturas extremas o situaciones de estrés. Es un envejecimiento que va avanzando con el tiempo. Los daños se van acumulando pudiendo llegar a un fatal desenlace. La muerte. Tarda más en manifestarse cuanto más efectivos son los mecanismos de reparación de la especie en cuestión.
Envejecimiento programado: (senescence) Organismos, órganos o tejidos muestran otro tipo de envejecimiento programado genéticamente. Es el caso del citado xilema, la formación de frutos y semillas (las cáscaras constituidas por células muertas) entre otros muchos ejemplos. El caso de las plantas monocárpicas es otro claro ejemplo. Éstas pueden vivir durante años antes de florecer y fructificar, pero cuando lo hacen mueren. La pita (Agave americana) es una planta monocárpica. A diferencia de las policárpicas sólo pueden florecer una vez.
En la práctica, en el caso de las plantas perennes (y no hablamos de las hojas sino de la longevidad) los envejecimientos cronológicos y los programados se pueden dar simultáneamente, pero un envejecimiento programado no es causante de muerte a diferencia de las plantas monocárpicas.
Para sacar conclusiones más adelante es de vital importancia en éste punto hablar de las fases en el ciclo de vida de un árbol.
Juventud
Gran actividad metabólica y rápido crecimiento. En términos generales se puede decir que comienza con la germinación de la plántula y termina con la aparición de las estructuras reproductoras. En el caso de los árboles no es así exactamente ya que crecimiento sigue existiendo si las condiciones son las adecuadas. Por tanto un mismo árbol puede contener a la vez hojas juveniles y maduras. Factores hormonales y ambientales son los que influyen en la transición de un estado a otro.
Madurez
Disminuye la velocidad de crecimiento, se desarrollan flores, frutos y semillas. Al igual que en la juventud, aunque en menor medida, predominan los procesos anabólicos (construcción) sobre los catabólicos (destrucción y muerte celular). En ésta fase se suelen acumular grandes reservas alimenticias. En los árboles la madurez ocupa la mayor parte de su vida.
Vejez
Es una etapa irreversible de degeneración estructural y funcional. El catabolismo predomina sobre el anabolísmo. Conduce a la muerte de la planta o de las estructuras afectadas. Salvo las células meristemáticas (presentes en yemas), todos los tejidos presentan antes o después síntomas de envejecimiento que les conducen a la muerte. Un árbol puede pasar cientos o miles de años en estado de madurez y tan sólo la acumulación de circunstancias desfavorables puede llevarle hasta la muerte. Factores físicos como el peso y tamaño de su copa frente a las inclemencias meteorológicas o el ataque de patógenos y plagas pueden ser letales.
En la imagen puede verse al milenario de Miharuza. Es árbol de peregrinación al que se acude para contemplar su extraordinaria belleza. Como se puede observar en las imágenes sus ramas están apuntaladas para protegerlo de las inclemencias meteorológicas.
Los procesos metabólicos que ocurren durante las distintas fases del envejecimiento. En general aumentan los procesos degradativos y disminuyen los biosintéticos.
Viendo pues que tan sólo el envejecimiento cronológico puede ser causante de la muerte de un árbol, ¿éstos pueden vivir eternamente? Obviamente la respuesta es que NO ya que tarde o temprano los daños se van acumulando en sus estructuras hasta finalmente llevar a la muerte. Para ningún árbol en el mundo puede existir ni existirá un lugar con unas condiciones idílicas para vivir indefinidamente. Sin embargo para nosotros los humanos, una longevidad de miles de años puede parecernos la inmortalidad. El árbol con más edad datado hasta la actualidad llega casi a los 10.000 años. Es una picea de poco mas de 4 metros de altura y de aspecto bastante "enclenque".
Picea de 9950 años.
Quercus, menos longevo que la picea pero mucho más espectacular.
Miles de años son muchos años, pero más tarde o más temprano se pueden dar circunstancias fatales para el árbol que conducirán a su muerte. ¿o no? Ahí está la discusión.
Para la historia quedará el 6 de agosto de 1964, cuando un estudiante graduado llamado Donald Currey (1934-2004) cortó el pino longevo Prometeo (nacido aproximadamente en el 3037 a. C., de poco más de 5000 años de edad) para propósitos de investigación. Comenzó ha realizarle sucesivas perforaciones para intentar averiguar su edad hasta que lo seccionó totalmente.
¿Y un bonsai puede vivir eternamente?
Es obvio que las condiciones de cultivo de un bonsai son significativamente diferentes que las de un árbol en la naturaleza. Se controlan sus plagas y enfermedades, el riego, abonado, se les protege frente a inclemencias meteorológicas desfavorables, y lo que es más notable; se les pinza, poda y trasplanta. Y no sólo hablamos de recorte de hojas y ramas, sino también de raices. Ésto hace entrar a los bonsais en una fase de juventud y reconstrucción año tras año. Se generan nuevos tejidos y estructuras fotosintéticas así como nuevas raices capilares capaces de asimilar con eficiencia agua y alimentos. Muchas veces vemos en bonsai que "hay que volver atrás". Cuando ya creemos tener una copa terminada y bien estructurada tenemos que realizar fuertes podas y volver a comenzar. De lo contrario el árbol va perdiendo vigor y va envejeciendo paulatinamente. Muchos aficionados son reacios a ello y ven como sus árboles cada año van a menos.
Sin razón aparente ramas van retirando savia y se secan y la vena viva del tronco se va reduciendo año a año. La pericia y buen hacer del cultivador son esenciales para la supervivencia del bonsai. Marcar la vena viva, eliminar signos de pudrición, realizar las podas y trabajos en el momento adecuado siempre en virtud de la salud del árbol y de las condiciones ambientales,....Son todos éstos factores esenciales que determinan la superviviencia del árbol. En la mayoría de las ocasiones, nuestras ansias de trabajar los árboles son nefastas para su futuro. Pocos son los que dejan descansar sus árboles convenientemente a finales del otoño para que éstos aumenten sus reservas de cara a la siguiente primavera.
Veamos ahora un famoso ejemplo sobre nuestra ineptitup a la hora de cuidar los bonsais. Se trata de un árbol mítico. Una sabina milenaria extraida de la naturaleza en 1910 por Tahei Suzuki. De 1929 es la primera imagen que se conoce de dicho árbol.
En 1946 y tras haber sobrevivido a la guerra, el árbol fue comprado por Yoshimatsu Hattori quien lo bautizó como FUDO, que es el nombre de un guardián de Buda que le protege de los demonios con una llama y fue el parecido de este árbol a una llama lo que le llevó a bautizarle así. Yoshimatsu murió en 1960, y toda su colección de bonsais fue vendida, salvo Fudo, que fue guardado por su hijo. Dado que su hijo no era un experto en bonsais, pasados algunos años finalmente lo vendió a Kyuzo Murata, uno de los padres del bonsai moderno en Japon.
Y así fue como el árbol que muchísima gente solo había visto en fotografías volvió a ser expuesto y contemplado por todos.
En 1969 George S. Avery, director de Jardín Botánico de Brooklin vio el árbol en una vista a Japon y según sus propias palabras:"A los pocos días de la visita decidí que se arbol tenia que estar en el Jardín botanico de Brooklin".
Y a través de un amigo japonés hizo una oferta a Murata por el arbol. Aunque en principio Muirata rechazó la idea de venderlo, tras un año de intercambio de cartas finalmente accedió a su venta. En la carta que escribió para aceptar la compra decía:Personalmente, deseo mantener este árbol en mi colección privada mientras yo viva, pero ya que hablamos de este negocio, estaría dispuesto a venderlo sólo si se cumplen las condiciones vitales necesarias para el árbol. Recientemente, la contaminación del aire en Japón se está convirtiendo en insoportable para los seres humanos y especialmente, para los árboles en el jardín. La contaminación esta causada principalmente por automóviles. Yo no estoy contra el progreso, pero los árboles no lo entienden. Ellos sólo pueden sufrir y morir en silencio en algún momento. Me han dicho que el Jardín Botánico de Brooklyn es lo suficientemente grande que no tenga problemas de contaminación dentro de sus locales y que no hay lugar en los Estados Unidos como el Jardín Botánico de Brooklyn, donde todas las facilidades necesarias están disponibles para una atención adecuada. Por encima de todo, es muy importante que los americanos, la mayoría de los cuales son todavía relativamente extraño a nuestras obras de arte del bonsai, tendrán la oportunidad de apreciar el árbol.En sus memorias escribió: "Estas fueron algunas de mis muchas razones, y al final todo el mundo lo entendido. Dije a mis amigos que yo no lo vendería ni por un millón de dólares, si el Jardín Botánico de Brooklyn fuera un vivero comercial, pero sabia que el personal del BBG daría amor y cuidado a mi árbol, no sólo profesionalmente, sino de corazón.
Finalmente el árbol fue recogido en Estados Unidos por por el director del BBG y representantes del departamento de agricultura estadounidense, y tras pasar la cuarentena, fue llevado al jardín botánicoEn Octubre de 1971, menos de un año después de su llegada el Jardín botánico de Brooklin anunció que FUDO había muerto sin ni siquera haberse aclimatado a su nueva ubicación. El día 7 de este mes se hizo un "memorial" por el árbol en el BBC.
Fuente: http://todobonsai.blogspot.com.es/2011_01_01_archive.html
Como conclusión podríamos afirmar que todo bonsai podría llegar a vivir indefinidamente siempre y cuando se mantuvieran unas condiciones óptimas de cultivo y su manejo fuera el adecuado, pero conociendo la inestable habilidad del hombre de la que dependen nuestros bonsais, jamás éstos vivirán eternamente.
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