La agricultura tradicional de nuestros días vive una
revolución totalmente impensable hace apenas 10 años. Los mercados mandan y lo
que está de moda es lo ecológico, los naturales. ¿Y cuándo un tomate deja de
ser natural? Para el sabio consumidor deja de serlo cuando ha recibido
tratamientos fitosanitarios de origen químico. La conciencia ecológica nos
mueve por nuestros propios intereses. No queremos meter en nuestro cuerpo nada
dañino, pero realmente dudo que lo hayamos hecho hasta ahora. En los países civilizados
se pasan estrictos controles fitosanitarios de trazabilidad de residuos de
fitosanitarios. Pero el verdadero daño de la agricultura “química” es el daño
global y acumulado sobre nuestro medio ambiente. Suelos, ríos y otros acuíferos
soportan la acumulación durante años de restos de plaguicidas, fungicidas y
herbicidas. Muchos, como los organofosforados son extremadamente toxicos.
Incluso han llegado a ser utilizados como arma química.
Además de la
intoxicación, residuos y su alto coste se encuentra la frecuente resistencia de
plagas y enfermedades. La agricultura ecologica en todas sus versiones (cultivo
biológico, lucha integrada, sostenible, ecocompatible…) se impone.
¿Pero tiene sentido
un cultivo ecológico para nuestros bonsáis?
Fijémonos en la producción agrícola actual. El modelo que se
impone es el de un cultivo sostenible que de cómo resultado al consumidor un “residuo
cero” en los productos que llegan a su mesa. Los laboratorios (de los cuales
tenemos bastantes de gran calidad en España) han trabajado duramente en el
desarrollo de nuevos productos para el control de plagas y enfermedades pero
que no dejen ningún tipo de residuo químico. Es una agricultura basada más en
la prevención que en la curación. Aunque más que prevención podríamos hablar de
fortalecimiento de las plantas. En agricultura manda la calculadora. Si un
sistema de cultivo no es rentable ningún agricultor lo va a aplicar en sus
fincas. El cultivo ecológico es rentable, y de ahí su boom actual.
La agricultura ecológica se basa en la utilización de los
recursos naturales sin el empleo de productos químicos de síntesis. Ni incluso
como abono.
Algunos ejemplos:
CONTROL DE PLAGAS
Insectos beneficiosos
En la agricultura actual el uso de insectos atacantes y
devoradores de pulgones, trips, acaros y cochinillas está en boga. Los
resultados son sensacionales con “residuo cero”. Obviamente no todos los
cultivos se adaptan a su utilización. Obviamente el cultivo del bonsai no. Los
insectos beneficiosos se morirían los pobres de hambre buscando donde comer
entre los bonsáis de una pequeña colección. Incluso en un gran vivero tampoco
sería viable ya que al ser plantas destinadas a un uso “ornamental”, a ningún cliente
inexperto le gustaría ver a sus arbolitos con insectos, por muy beneficiosos
que fueran.
Piretrinas
Las piretrinas son una mezcla de compuestos orgánicos que se
encuentran de modo natural en las flores de plantas del género Chrysanthemum, Las
piretrinas se usan para controlar una amplia variedad de insectos (mosquitos,
orugas, escarabajos, etc.) en el ámbito doméstico o en invernaderos
Extracto de ajo
El ajo, Allium sativum, conocido por todos como alimento,
para condimentar comidas a las que da un sabor muy característico y medicina es
una alternativa natural contra plagas de ácatos, babosas, minadores,
chupadores, barrenadores, masticadores, áfidos, pulgones, bacterias, hongos y
nematodos.
Bacillus
thuringiensis
Se trata de una bacteria que secreta una toxina con
propiedades insecticidas, principalmente contra orugas.
CONTROL DE ENFERMEDADES
Aquí la agricultura sostenible se basa más en el
fortalecimiento mediante la utilización de productos que fortalecen las paredes
y membranas celulares así como la inducción de autodefensas de la planta.
Hablamos de las fitoalexinas que son sustancias que produce la planta y son
tóxicas para muchos patógenos. Uno de los más conocidos inductores de
autodefensas es el fosfito potásico.
Éste además actúa directamente sobre los hongos reduciendo su crecimiento y
capacidad de expandirse. Y obviamente actua a la vez como abono aportando
fósforo y potásio a la planta.
El gluconato de cobre
es otro producto a tener muy en cuenta, ya que ejerce una acción sistémica
frenando el crecimiento de las hifas del hongo y también es inductor de
defensas.
El oxido de silicio
aumenta la rigidez de los tejidos haciéndolos más resistentes al ataque de
hongos y plagas.
También es de destacar el extracto de mimosa. Se trata del extracto del árbol de la mimosa (Acacia mimosa). Ayuda a proteger del ataque
de hongos inhibiendo los enzimas que excretan los hongos para alimentarse de
los tejidos vegetales.
Éstos son solo un ejemplo de los muchos remedios “ecológicos”.
Y no hablamos de mezclas que tengamos que preparar en casa. Son muchas la empresas
de renombre que los comercializan (Agrotecnología, Altinco, Biotec, Biagro,…)
así como líneas de abonado con casi infinidad de formulaciones adaptables para
las distintas fases de cultivo de nuestros bonsáis, con precios muy inferiores
a los etiquetados como específicos para bonsáis y con la confianza de un
laboratorio de calidad contrastada detrás de esos productos.
Actualmente realmente dudo que haya en España ninguna gran
colección de bonsáis ni vivero comercial que no recurra a los consabidos
clorpirifos, imidacloprid, propamocarb, Fosetyl-Al, tebuconazol,
metil-tiofanato, abamectina y demás compañía. Parece que nadie quiere jugarse
la salud de un gran ejemplar por dejar de utilizar productos químicos. Y más
teniendo en cuenta que el bonsai no va a terminar siendo ingerido. Da igual que
los residuos terminan yéndose por el desagüe. Pero qué hay de eso de acción local efecto global? Es más una
cuestión de conciencia propia, pero también de salud al evitar manipular y
vaporizar productos dañinos para nosotros mismos. Debemos estar abiertos a
cambiar de chip y disfrutar de los interesantes productos que nos proporciona
la investigación agrícola de nuestros días.
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